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PROCLAMAR LA VERDADERA VIDA CRISTIANA EN TODOS LOS ASPECTOS COTIDIANOS.









miércoles, 7 de julio de 2010

¿Cómo debemos vestir los cristianos?

Esta es la última entrada en relación a la vestimenta del cristiano posteada por el pastor Sugel Michelén en su blog.

En mi próxima entrada me propongo estudiar que significa ser piedra de tropiezo.

Revisión de modestia



Si bien no queremos caer en la trampa de añadir leyes a la Biblia, cuando tratamos el tema de la modestia en el vestir es apropiado dar algunas recomendaciones particulares que puedan ayudar a una mujer cristiana que realmente quiere agradar en Dios con su vestimenta, pero tiene dudas en cuanto a ciertos detalles.



Por tal razón, luego de haber publicado dos artículos titulados "La vestimenta del cristiano a la luz del diseño de Dios" y "¿Cómo debe vestirse una mujer cristiana?", ahora incluyo esta revisión de modestia escrita por Carolyn Mahaney, Nicole Whitacre, Kristin Chesemore y Janelle Mahaney.



Aunque debo hacer hincapié en el hecho de que este es un problema que comienza en el corazón. John MacArthur dice al respecto:



"¿Cómo discierne una mujer a veces la linea estrecha entre vestido apropiado y vestirse para ser el centro de atención? La respuesta comienza en la intención del corazón. Una mujer debe examinar los motivos y metas de la manera como se viste. ¿Es su motivación mostrar la gracia y la belleza de su condición de mujer? ¿Es revelar un corazón humilde y dedicado a alabar a Dios? ¿O es llamar la atención sobre sí misma y exhibir su belleza? ¿O aun peor, para tratar de seducir a los hombres sexualmente? Una mujer que está enfocada en la adoración a Dios considerará cuidadosamente cómo está vestida, porque su corazón va a dictar su closet y su apariencia."



Para aquellas creyentes que realmente están preocupadas por agradar a Dios en su forma de vestir, les ruego consideren en oración esta revisión de modestia. Sugiero también que los esposos las lean para que puedan ayudar a sus esposas en esto. De igual manera sugiero que la compartan con sus hijas.



Revisemos primero el corazón:



¿Qué dice mi ropa acerca de mi corazón?



Al elegir la ropa que me voy a poner hoy, ¿la atención y la aprobación de quién estoy buscando? ¿Estoy buscando agradar a Dios o impresionar a los demás?



¿Es lo que yo me pongo consistente con los valores bíblicos de la modestia, el dominio propio y el atuendo respetable, o revela una excesiva identificación y fascinación con valores culturales pecaminosos.



¿Con quién me quiero identificar a través de mi vestimenta? ¿Es la palabra de Dios mi estandard o lo es la última moda?



¿He solicitado la evaluación de personas santas en lo concerniente a mi vestimenta?



¿Revela mi vestido una relación con el evangelio, o hay alguna contradicción entre mi profesión de fe y mi práctica de la santidad?Asi que, estoy lista para salir de mi casa, pero todavía debo hacer una revisión de mi modestia. ¿Cuáles son algunas de las cosas que debo buscar mientras me paro enfrente de mi espejo?



Comenzando por arriba…



Cuando me pongo una camisa holgada o con cuello bajito, ¿puedo ver algo cuando me inclino hacia adelante? Si es así, debo recordar poner mi mano en mi cuello cuando me incline.



Una palabra acerca de las correas de la cartera: ¿Cómo puede ser un asunto de modestia una cartera? Cuando te la pones con la correa por el pecho. No importa cuál camisa tengas, esto acentúa tu pecho y crea una tentación para los hombres.



Si tengo puesta una camisa con botones, debo voltearme y moverme para ver si hay algún espacio que deje ver mi pecho. Si los hay, debo tomar mi alfiler y cerrar los espacios entre cada botón.



Debo hacer esta misma revisión si me pongo una camisa sin mangas. Cuando me muevo, ¿puedo ver mi brasier? Si la respuesta es sí, necesito usar los alfileres de nuevo!



¿Estoy usando una camisa de tiritos, una blusa con los hombros afuera, o una camisa transparente? Ni siquiera los alfileres arreglarán este problema. A la mayoría de los hombres estas camisas los desayudan. Es tiempo de volver al ropero.



¿Puedo ver la arandela o el cosido de mi brasier a través de mi camisa? En este caso los brasieres sin costura son una mejor opción.



Un último chequeo de mi camisa: ¿Revela alguna parte de mi busto? ¿Se ve mi estómago cuando levanto mis manos sobre mi cabeza? ¿Es mi camisa demasiado apretada? Si la respuesta es sí a cualquiera de estas preguntas, necesito cambiarme de ropa.



¿Estoy enseñando mi estómago o mi ropa interior cuando me inclino o levanto las manos? Si es así, ¿es porque mi falda o mis pantalones estan muy bajitos? Mi camisa necesita ser más larga o necesito encontrar una falda o pantalones que queden más altos.



También debo voltearme y mirar si lo que tengo puesto está muy apretado alrededor de mis nalgas o si se ve la línea de mi ropa interior. Si es asi, ¡sé lo que debo hacer!



Con los pantalones cortos – no puedo chequearlos sólo cuando estoy parada. Necesito ver cuánto revelan cuando me siento. Si se ve mucha pierna, necesito un par más largo.



El chequeo sentada también se aplica a mi falda o a mi vestido. Y debo recordar mantener mi falda halada hacia abajo y mis rodillas juntas cuando estoy sentada.



Hablando de faldas, ¡cuidado con esos abiertos! ¿Revelan demasiado cuando camino? Los alfileres también nos pueden ayudar aquí.



Antes de salir, debo darle a mi falda un “chequeo de sol.” ¿Es transparente? Si es así, necesito un medio fondo.



No te olvides – todo esto también aplica a la ropa formal.



© Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor original y procedencia.

martes, 6 de julio de 2010

¿Cómo debemos vestir los cristianos?

Esta es la segunda entrada sobre el tema de la vestimenta y el pudor cristiano, posteado por el pastor Sugel Michelén en su blog.
Deseo que les sea de tremenda bendición.

Miércoles 19 de mayo de 2010


¿Cómo debe vestirse una mujer cristiana?



Como vimos en la entrada anterior, Dios no nos ha dejado en oscuridad con respecto al tema de la vestimenta. Él ha hablado y, como siempre, lo que Él dice sobre este asunto es completamente contrario a lo que el mundo dice.



Pero si eres creyente, los criterios de Dios revelados en la Palabra de Dios son los que deben amarrar tu conciencia y guiar tus pasos, no la revista Vogue, ni Harper’s Bazar, ni Cosmopolitan, ni GQ para los hombres; sino la infalible, inerrante y todo suficiente Palabra de Dios. “Sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso” (Rom. 3:4).



¿Qué nos dice Dios en Su Palabra sobre la vestimenta, qué nos ordena?



Pablo dice en 1Tim. 2:9: “Asimismo que las mujeres se atavíen de ropa decorosa, con pudor y modestia”.



Lo primero que Pablo reconoce aquí es el deseo legítimo de las mujeres de adornarse. La frase “que se atavíen de ropa decorosa”, puede ser traducida literalmente: “que se adornen con una ropa adornada”.



Las dos palabras que Pablo usa en el texto, y que RV traduce como atavío y decoro, proceden de la misma raíz: kosmos y kosmeo, de dónde proviene nuestra palabra “cosmético”. La palabra kosmos significa “orden, arreglo o sistema”. Lo contrario de kosmos es caos.



De manera que lejos de reprimir ese deseo natural de las mujeres a arreglarse, Pablo lo pone más bien en perspectiva. “Adórnense, pero como mujeres piadosas, mujeres que le temen a Dios y que desean agradarle a Él y reflejar Su carácter por encima de todas las cosas”.



Una mujer de Dios no debe parecer un caos, sino que debe estar arreglada y en orden. Su arreglo personal debe reflejar al Dios de orden que ella adora. Ahora bien, ese arreglo personal debe poseer dos características fundamentales.



A. La mujer debe vestirse con pudor:



La palabra griega que Pablo usa aquí conlleva tanto la idea de modestia como de humildad. Significa literalmente “sentido de vergüenza”. Una mujer piadosa debería sentirse avergonzada y culpable si por causa de su vestimenta alguien es distraído en su adoración a Dios o llevado a tener pensamientos impuros.



La modestia es todo lo opuesto a la arrogancia y al deseo de llamar la atención. Cuando esta mujer se viste ella está delante de Dios, no delante de los hombres. Por eso la modestia evita el exceso y la sensualidad. Como alguien ha dicho: “el vestido de esta mujer no dice: sexo, orgullo, dinero, sino mas bien pureza, humildad, moderación” (Pollard; pg. 6).



Lo que Pablo está diciendo, entonces, es que la ropa de una mujer cristiana debe estar en perfecta consonancia con su profesión de fe. Una mujer que ama a Jesucristo no trata de causar furor con su vestido. Su principal interés es mostrar el carácter de nuestro Dios y Padre en todo cuanto hace y en todo cuanto usa.



Si te vistes para la gloria de Dios, tu vestimenta revelará pureza y castidad. En vez de mostrar las formas de tu cuerpo para provocar a otros, vas a cubrirlo adecuadamente porque no quieres ni pensar que por causa de un capricho tuyo un hombre sea llevado a pecar contra el Dios al que tú dices amar, adorar y servir.



De más está decir que ese no es el pensamiento del mundo en cuanto a este asunto. La industria de la moda no cree que el principal propósito de la ropa sea cubrir el cuerpo, sino más bien atraer las miradas de los hombres sobre ti; pero eso es exactamente a lo que se opone la modestia cristiana.



La mayoría de la moda hoy día es diseñada para provocar una atracción sexual. Se usan telas que se pegan al cuerpo para revelar sus formas, y son cuidadosamente diseñados para resaltar ciertas partes que son cubiertas de tal manera que provoquen el deseo de ver más.



En un libro secular sobre la moda titulado “Hombres y mujeres” escrito por Claudia Kidwell y Valerie Steele, dice que “la ropa es especialmente sexy cuando llama la atención al cuerpo desnudo que está debajo”. Por eso mientras más corto y ajustado mejor.



Y en eso debemos reconocer con pena que los impíos son más honestos que muchos cristianos. Ellos nos dicen francamente lo que muchos creyentes no se atreven a decir: “Nos vestimos así para provocar, para llamar la atención sobre nuestra figura, para que puedas tener una idea clara de mis formas”.



Como decía en un anuncio sobre trajes de baño: “Es glamoroso… es exótico… definitivamente esto no tiene que ver con nadar”. ¡Por supuesto que no tiene que ver con nadar! Esto tiene que ver con la sensualidad y la provocación.



Las formas del cuerpo del hombre y de la mujer no son pecaminosas; el cuerpo fue diseñado por un Dios bueno y santo, que luego de hacerlo lo declaró bueno y santo.



Pero el hombre pecó y se corrompió y por esa causa el cuerpo descubierto de una mujer es como un barril de pólvora que pasa en medio de candelabros encendidos. Es por eso que nuestro Señor y Salvador nos advierte con tanta fuerza que tengamos cuidado con lo que ven nuestros ojos:



“Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno” (Mt. 5:27-29).



Para el hombre es un problema ver a una mujer vestida en una forma reveladora e insinuante. Si la codicia, dice Cristo, ya adulteró con ella en su corazón; y la mujer que provocó tal pensamiento por llevar una falda demasiado corta, o un pantalón ajustado, o una blusa ceñida al pecho que revela claramente sus formas, esa mujer tendrá que darle cuenta a Dios en el día del juicio.



Por eso decía Thomas Brooks, que la mujer debe vestirse con el vestido “que le gustaría llevar el día de su muerte… con el que quisiera aparecer delante del Anciano de días… con el que le gustaría presentarse en el día del juicio” (cit. por Pollard; pg. 40).



Mírate, mujer creyente, y mira a tus hijas cómo visten usualmente, y pregúntate si pasan esta prueba. ¿Es así cómo te gustaría estar vestida en el día que te presentes delante de Dios para dar cuentas? ¿Es así como te gustaría que tus hijas estén vestidas en aquel solemne día?



Yo no estoy diciendo, ni es lo que Brooks está implicando, que al morir nos presentaremos delante de Dios con la ropa que llevemos puesta. Ese no es el punto. Pero ciertamente nos presentaremos delante de Él y daremos cuenta. ¿Puedes tú responder a Dios por la ropa que usas, por la que tienes puesta en este mismo momento, por la que usaste esta semana?



Escucha lo que dice nuestro Señor acerca de aquellos que ponen tropiezo a otros: “Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar. ¡Ay del mundo por los tropiezos! porque es necesario que vengan tropiezos, pero ¡ay de aquel hombre por quien viene el tropiezo! (Mt. 18:6-7).



Un vestido ajustado que revela claramente las formas del cuerpo, o demasiado corto como para cubrir lo que debe ser cubierto no es algo neutral. Eso es pecaminoso porque violenta la santidad de Dios y la modestia que estamos llamados a exhibir como hijos de Dios.



Y que nadie nos acuse de legalistas por decir esto. Urgir a los creyentes a cubrir su cuerpo no es legalismo, porque la modestia es un mandamiento escritural, un mandamiento que muchos parecen estar olvidando. Cada vez se nota menos la diferencia entre nosotros y los paganos que no conocen a Dios.



¿Es tu vestimenta un reflejo de la humildad y castidad que debe caracterizar a un creyente? Cristo nuestro Salvador, derramó Su preciosa sangre en la cruz para comprar tu alma y tu cuerpo, y el Espíritu de Dios ha venido a hacer morada en ti. ¿Sabes qué debes hacer ahora a la luz de esa realidad? Dedicarte en cuerpo y alma a perseguir la gloria de Dios en todas las áreas de tu vida.



Dice Pablo en 1Cor. 6:19-20: “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual está en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales son de Dios”.



¿Te vistes como es apropiado vestir al templo del Espíritu Santo? ¿Es tu vestido un reflejo claro del carácter santo y puro de Dios?



Pero la mujer no solo debe vestirse con pudor, sino también, en segundo lugar…



B. La mujer debe vestirse con buen juicio:



Ese es el significado de la palabra que RV traduce como “modestia” en 1Tim. 2:9. También podemos traducirla como “auto control”, “sentido común” o “pureza mental”.



Se trata de una mujer juiciosa que no se deja llevar por sus impulsos. Cuando se viste lo hace en una forma discreta y apropiada: apropiada para su edad, para su situación económica y para su época.



En cuanto a esto último dice Richard Baxter: “Es siempre legítimo seguir la moda sobria de la gente sobria; pero no es legítimo seguir la moda vana, inmodesta y enfermiza de los rebeldes, desenfrenados, orgullosos y disolutos” (Christian Directory; pg. 393).



Así que debemos vestirnos con pudor y buen juicio. Y digo “debemos” porque aunque Pablo se está refiriendo en este texto a las mujeres de manera particular, el espíritu general de la Escritura nos permite aplicar estos principios a los hombres también.



Que Dios nos ayude a glorificarle en todo cuanto hacemos, incluyendo la forma como nos vestimos. Nuestra vestimenta dice mucho de la realidad de nuestro corazón.








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sábado, 3 de julio de 2010

¿Cómo debemos vestir los cristianos?

Ha llegado el verano y con el las altas temperaturas, faldas cortas, escotes prominentes, blusas demasiado anchas y transparentes..., y no solo en el mundo secular, sino en las congregaciones también.
En ocasiones, es vergonzosa la forma de vestir que la mujeres "cristianas" tiene y el poco decoro que muestran algunos hombres cuando asisten al culto público, pantalones cortos,camisas demasiado abiertas y un largo ...
¿Tiene algo que decir al respecto la Biblia?
El pastor Sugel Michelén de la Iglesia Bíblica del Señor Jesucristo en República dominicana, hace unas semanas hizo unas entradas en su blog en relación a este tema que subiré en los próximos días.
Es mi deseo que seamos más puros cada día en cualquier lugar en el que estemos y que el mundo pueda distinguir a los hijos de dios de los que no lo son, incluso por la forma de vestir.
Esta fue la primera entrada.
martes 18 de mayo de 2010

La vestimenta del cristiano a la luz del diseño de Dios
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Si preguntamos a un creyente cuál es el criterio que debemos usar a la hora de seleccionar nuestra vestimenta, el criterio del mundo o el de Dios, seguramente el cristiano dirá sin titubeos: el criterio de Dios.Pero si preguntamos a ese mismo creyente ¿cuál es ese criterio? Es muy probable que no sepa qué responder o que su respuesta descanse a final de cuentas en sus gustos, preferencias y opiniones personales antes que en la Escritura.¿Ha dejado Dios alguna indicación que nos sirva de guía para determinar Su criterio en este asunto? Por supuesto que sí. Dios no solo ha dado principios generales y particulares acerca de la vestimenta, sino que ha través de la historia de la redención ha provisto modelos claros que debemos usar como patrón en esta área de nuestras vidas.Ahora, debo aclarar que no estoy diciendo con esto que los creyentes deben usar las modas de los tiempos bíblicos; lo que estoy diciendo es que Dios ha provisto un patrón piadoso que todo creyente debe seguir a la hora de evaluar cualquier moda o estilo de ropa. Algunas encajarán dentro de ese modelo de piedad establecido por Dios, mientras que otras tendrán que ser desechadas.El primer modelo divino de vestimenta lo encontramos en el huerto del Edén, en el principio mismo de la historia del hombre. Las Escrituras nos enseñan que nuestros primeros padres estaban desnudos antes de la entrada del pecado; el hombre en su estado de inocencia no tenía necesidad de usar ropa alguna (Gn. 2:25).No era vergonzoso para ellos andar así en el huerto. Dice en Gn. 1:31 que Dios vio todo lo que había hecho, incluyendo al hombre y a la mujer en su desnudez, y he aquí que todo era bueno en gran manera. ¿Qué fue, entonces, lo que hizo necesario que el cuerpo humano fuese cubierto? La entrada del pecado en el mundo.Gn. 3:7, 10, 21. El hombre había perdido su inocencia original, y ahora no era apropiado que siguiera desnudo. Adán y Eva como esposo y esposa podían contemplar la desnudez de uno y otro. En el resto de la Escritura se nos enseña claramente que el cuerpo del esposo le pertenece a la esposa y viceversa.No hay nada pecaminoso ni vergonzoso en la desnudez en sí misma. Fue Dios quien creó el cuerpo humano, y quien lo hizo hermoso. Pero esa desnudez debe ser limitada a la intimidad matrimonial; fuera de ese contexto la desnudez pública es vergonzosa.Y eso fue algo que Adán y Eva comprendieron en el mismo momento en que pecaron (vers. 7). Ahora, noten algo interesante en este relato del Génesis. Adán y Eva se aperciben de su desnudez y se cubren sus partes privadas con delantales. Pero esta cubierta no fue aceptada por Dios (vers. 21).Lo que el hombre hizo para cubrirse no era suficiente, y esto básicamente por dos razones: en primer lugar, porque era la obra del hombre y no la obra de Dios.Adán y Eva debían entender desde el principio que la solución del problema del pecado está en manos de Dios y no del hombre, y eso quedaría ampliamente probado en la obra redentora de Cristo en la cruz del Calvario. El hombre no puede salvarse a sí mismo del pecado y sus consecuencias.Pero ese delantal tampoco fue aceptado porque no cubría lo suficiente dada la situación que se produjo en el mundo por causa del pecado. El delantal que el hombre hizo para cubrirse sus partes privadas fue reemplazado por Dios por una túnica.La palabra hebrea que se usa en el texto es kuttonet que proviene de una raíz que significa “cubrir”. Así que el hombre cubrió sus partes privadas, pero Dios le cubrió el cuerpo. Esa palabra es usada en el AT para referirse a una túnica que cubre desde el cuello hasta más abajo de la rodilla.Esa fue la vestimenta que nuestro Dios escogió para el hombre y la mujer en el huerto del Edén, la misma que escogió para los sacerdotes en Ex. 28:3-4, la misma que nuestro Señor Jesucristo usó mientras estuvo en la tierra. Una ropa que cubre el cuerpo.Y en el libro de Apocalipsis los santos que Juan ve en su visión disfrutando de la gloria celestial también están vestidos con una ropa similar (Ap. 6:11; 7:9, 13-14). Esta clase de ropa era la que usaban en aquellos días los reyes, los sacerdotes o personas de alto rango, y era una especie de túnica que se extendía hasta los pies.Así que el testimonio de la Escritura es consistente de principio a fin. Desde el huerto del Edén hasta los santos en gloria el diseño de Dios ha sido siempre uno que cubre el cuerpo desde el cuello hasta más abajo de la rodilla.De acuerdo con la clara enseñanza de las Escrituras, la desnudez es apropiada únicamente en el contexto de la intimidad matrimonial. Fuera de ahí es una vergüenza mostrar el cuerpo desnudo en público.De hecho, es interesante notar cómo se usa en la Escritura la idea de mostrar la desnudez en público como sinónimo de algo vergonzoso. En Nah. 3:5 dice el Señor a Nínive: “Heme aquí contra ti, dice Jehová de los ejércitos, y descubriré tus faldas en tu rostro, y mostraré a las naciones tu desnudez, y a los reinos tu vergüenza”.Y hablando a la iglesia de Laodicea en Ap. 3:18 el Señor los reprende con estas palabras: “Por tanto, yo te aconsejo que de mí compres oro refinado en fuego, para que seas rico, y vestiduras blancas para vestirte, y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez…”. La desnudez mostrada en público es una vergüenza.Ahora, es importante señalar que el concepto de desnudez en la Escritura es un tanto distinto al que tenemos hoy. Cuando la Biblia dice que es vergonzoso para el hombre y la mujer mostrar en público su desnudez, no se está refiriendo únicamente al hecho de que una persona se muestre públicamente sin nada de ropa.Como bien ha señalado un autor: “Tanto en el griego como en el hebreo (las palabras que se usan para desnudez) significan ‘estar sin ropa’, pero en ambos lenguajes se usan frecuentemente en el sentido de ‘vestimenta ligera’, ‘sin el vestido exterior’.” Cuando un hombre se quitaba el kuttonet, la túnica, y se quedaba en ropa interior se decía que ese hombre este desnudo.Eso fue lo que ocurrió con el apóstol Pedro en Jn. 21:7. Él estaba pescando con los discípulos, y se había quitado su túnica para poder maniobrar mejor, quedándose solo con su ropa interior. En ese contexto, de noche y lejos de la playa, era perfectamente lícito. Pero de repente comienza a amanecer y aparece el Señor en la playa, y el apóstol Juan lo identifica.Dice en Jn. 21:7: “Entonces aquel discípulo a quien Jesús amaba dijo a Pedro: ¡Es el Señor! Simón Pedro, cuando oyó que era el Señor, se ciñó la ropa (porque se había despojado de ella – lit. porque estaba desnudo), y se echó al mar”.Comentando este texto dice alguien: “Pedro no estaba pecaminosamente desnudo en el contexto de su trabajo: como pescador él estaba trabajando entre hombres lejos de la costa, no públicamente socializando en un reunión mixta. Sin embargo, obviamente él vio la diferencia entra trabajar en su bote y estar en la costa en la presencia de su Señor” (J. Pollard; Christian Modesty; pg. 15).Pedro comprendió que no era apropiado presentarse delante de Cristo de ese modo. Eso implicaría irrespetar a su Señor y Maestro.Ese mismo concepto de desnudez lo vemos en Is. 47:2-3. Hablando de Babilonia como si fuera una joven virgen que sería castigada por su pecado, le dice Dios: “descalza los pies, descubre las piernas, pasa los ríos. Será tu vergüenza descubierta, y tu deshonra será vista”. En la versión de las Américas dice: “Será descubierta tu desnudez, también será expuesta tu vergüenza”.Esa joven virgen de la que se habla aquí figuradamente no estaba completamente desnuda; el simple hecho de tener que subirse tanto la falda para cruzar los ríos al punto de dejar la pierna completamente descubierta era una desnudez vergonzosa.Alguien puede decir que así pensaba la gente en aquellos tiempos y que el pueblo de Israel acató esa misma forma de pensar. Pero lo cierto es que no todos los pueblos que rodeaban a Israel pensaban así. La experta en modas Alison Lurie, dice lo siguiente en su libro “El lenguaje de la ropa”:“Históricamente… la vergüenza parece haber jugado un papel muy pequeño en el desarrollo de las costumbres. En el antiguo Egipto, en Creta y en Grecia, el cuerpo desnudo no era considerado una inmodestia; los esclavos y los atletas solían aparecer sin ropa, mientras que las personas de alto rango llevaban vestidos lo suficientemente cortos como para mostrar bastante mientras se movían”.Eso no lo dice una creyente evangélica, lo dice una experta en el desarrollo histórico de la moda. Eran los paganos los que usaban ropa corta y reveladora. El pueblo de Dios se guiaba por patrones muy distintos, porque la moda divina fue diseñada para cubrir no para revelar.Concluyo este punto con una cita de Jeff Pollard, autor de un tratado muy interesante acerca de la modestia cristiana. Él cita el caso del endemoniado gadareno, que mientras estaba poseído por los demonios la Biblia dice que no vestía ropa alguna (Lc. 8:26).El Señor lo libera de su esclavitud, y cuando los hombres del pueblo llegan a la escena del milagro, dice Lucas que “hallaron al hombre de quien habían salido los demonios, sentado a los pies de Jesús, vestido, y en su cabal juicio” (vers. 35).Pollard comenta acerca de esto: “Mientras era llevado por los demonios, el endemoniado estaba desnudo; cuando estaba en su cabal juicio por el poder y la gracia de Jesucristo, él estaba cubierto. Como hemos visto ya, Dios cubrió al hombre en el jardín (del Edén); tal parece que Satanás y los demonios han estado tratando desde entonces de desnudarlo. Y con bastante éxito”, añade él (pg. 16).He aquí, entonces, el diseño de Dios para el vestido; la ropa confeccionada por Dios cubría el cuerpo, porque un cuerpo descubierto, mostrado así en público, es una desnudez vergonzosa. Mañana espero que veamos algunos principios bíblicos que debemos tomar en cuenta a la hora de elegir nuestro vestuario.

© Por Sugel Michelén. Todo pensamiento cautivo. Usted puede reproducir y distribuir este material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y procedencia.